EL ORATE TRIBUNAL

Publicado en por Diego Orlando

EL ORATE TRIBUNAL

 

Corría el año del santo y denodado oficio de la conversión de los inconversos cuando surgió la brillante idea, en cabeza del monarca, de crear un tribunal al que podían acudir todas las personas que tuvieran un pleito por resolver. El pregón anunciaba la creación del tribunal, enfatizando que solo se podían ventilar diferencias que tuvieran las personas por motivos de miramientos, apariencias, colores, olores, incomodidad producida por la presencia no deseada de alguien o por la forma de hablar. Se advertía también, que podrían entablar querella contra animal o cosa que perturbara el normal desarrollo de la vida del quejoso. Esta importante noticia fue bien recibida por los habitantes del reino quienes escuchaban emocionados las penas que se habían fijado, las que iban de insulto en plaza pública hasta el destierro definitivo del infractor.


Ocurrió que una vez instalado el tribunal se registró el primer caso, la querella fue entablada por el humilde siervo de campo, el viejo Rum Zatiga, conocido labriego que se especializó en sembrar zanahorias. –Mi queja, señor juez, es contra los conejos de la comarca, fieros roedores que pasan a ser ladrones por estar devorando mi cosecha, pido se condenen al destierro- manifestó el desdentado abuelo. El juez le escucho con gran atención, luego ordeno a su secretario tomar atenta nota de lo relatado, acto seguido se puso de pie y manifestó: -Por la autoridad de la que me ha investido su majestad y la mía también, ordeno abrir causa criminal en contra de los roedores de campo, conocidos en autos como conejos, los cuales comparecerán a estos estrados representados por el apoderado que a bien se designe en el auto.


En uso de las facultades legales, el señor Juez nombro el apoderado y defensor de los conejos, tal cargo fue ocupado por el honorable ciudadano Dumb, conocido en esta forma debido a su inteligencia, la cual, por cierto, era bien poca. El defensor de los roedores pidio que se abriera el proceso a pruebas, para tal fin solicito del tribunal se ordenara una inspección al campo donde laboraba el ofendido, atendiendo su solicitud se dio orden a una comisión de ilustres desconocidos para efectuar la inspección ocular, en esta forma es que partió la comitivia en compañía del defensor, el acusador y dos guardias reales hacia el lugar de los hechos, avanzaron en forma rápida por los caminos, pasaron tres riachuelos, se detuvieron a comer algunas frutas silvestres hasta que por fin llegaron al lugar. Estando en el sitio el Juez preguntó al ofendido sobre la forma como descubrió el hecho que motiva su queja, al escuchar el requerimiento el quejoso se acerco al improvisado estrado y empezó a relatar: -Señor Juez, el día que acontecieron los hechos me levante, como lo hago todos los días, pues deben saber que todos los días me levanto, rara vez me quedo en la cama, bien, decía que ese día como los anteriores me levante, aunque lo hice en forma diferente a los otros… en efecto, en esa mañana me levante con la idea de preparar una deliciosa ensalada de zanahoria con lechuga.... La sorpresa me vino cuando descubrí que las plantas de zanahoria se encontraban marchitas, decidí arrancar una para cerciorarme que era cuestión de la helada, pues los amaneceres estaban violentamente fríos, creo que todos los pudieron sentir, al arrancar la primer planta descubro que la zanahoria estaba arruinada. Si, estaba echada a perder, es más no estaba, sólo quedaba un trocito de ella, eso me llevo a sospechar que por medios no humanos había sido aprovechado tan delicioso manjar, entonces me puse en la tarea de observar y pronto di con los agujeros que les voy a indicar-. El buen sujeto señalo algunos agujeros que se podían apreciar en el campo, luego continúo con su relato, -Fue cuando descubrí que el culpable de mis desagracias eran los conejos, son ellos a quienes denuncio y debe ser desterrados de este lugar- Una vez terminado el relato, el juez ordena dejar constancia de lo manifestado en el acta, además de registrar con suma diligencia los orificios observados, una vez cumplida la orden se concede la palabra al acusado, pero en vista que no puede hablar, además de no haber comparecido al estrado, se concede el uso de la palabra al defensor quien después de realizar una relación de la bondades del conejo en la vida de las personas, termino con la frase que lo hizo inmortal… “La vida es dura, pero es la vida, no se le puede hacer más” su intervención despertó el asombro de los asistentes, en especial de aquellos que no participaron en forma directa en tal singular diligencia, como era el caso de los conejos, quienes se sintieron realmente representados por tan singular ejemplar.


Considerando la corte que las pruebas estaban totalmente practicadas o recaudadas se suspendió la diligencia fijando nueva fecha en el acta para que escucharan la sentencia final. Todos estuvieron de acuerdo. En esta forma se determino que al día siguiente a la hora nona, advirtiendo el juez que todos debían ser puntuales en llegar, so pena de ser multados, se daria lectura a la sentencia.


En las noches que siguieron a la diligencia el labriego no podía conciliar el sueño, lo asaltaban terribles pesadillas donde se veía desterrado por legiones de conejos que lo arrastraban de los pelos de la nariz y lo arrojaban en campos sembrados de cardos, como se veía denudo en su sueños, imagina el dolor que le causaba esas pesidillas, las que fueron recurrentes hasta el día acordado para la sentencia.


En fecha prevista para hacer publica la sentencia, la cual tenía de especial que era la primera que se dictaba desde la creación del tribunal, el señor juez don Calderón Orate, conocido así por su barriga en forma de caldero grande y su eterna búsqueda del juicio, el cual había perdido en repentino descuido, empezó la lectura de su sentencia.


Los presentes no salían de su asombro por tan poetica esa pieza literaria, no tanto por la relación de los hechos, tampoco la forma como valoró las pruebas, pues de eso no entiende el vulgo, lo que realmente impacto de la sentencia fue escuchar que el juicio se anulaba al no encontrar que se registrara la identidad de los procesados, pues careciendo de la descripción física de los mismos era difícil, en verdad que así lo era, entrar a determinar quien seria condenado, o en su defecto absuelto de todo cargo.


La multitud aplaudió tan sabia sentencia, era un hito en la historia del recién creado tribunal, además de un gran avance para la naciente ciencia de las leyes, que se estableciera la importancia de individualizar al procesado, todos coincidían en afirmar que no era lo mismo condenar a un conejo negro que a uno blanco. En esta forma los tribunales se convirtieron en el espacio predilecto para discutir los serios problemas que afectaban a la sociedad, encontrando que la magnifica ley promulgada por el soberano demostraba los dotes que tiene para gobernar. Los tribunales contribuyeron a construir la paz, aunque no lo han terminado de hacer, pues escasea el material.

 

 

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post